–Muy buena, tengo conocidos en la Isla, el mismo timbalero Paco ha sido profesor mío. Estoy muy contento de poder dirigir a la Orquesta Sinfónica de Tenerife que es una de las grandes orquestas de España. La experiencia con la orquesta y los niños está siendo muy gratificante.–¿Qué programa musical han subido a escena?
–Es una especie de gala lírica porque tenemos dos sopranos y tocamos cuatro arias. Y tenemos dos incursiones en el sinfónico como es la obertura de Guillermo Tell, que no es una obertura sencilla y luego La italiana de Mendelssohn, que siempre es complicado hacerlo bien.–Este tipo de recitales pretenden acercar la música clásica a los más pequeños. ¿Cómo han reaccionado los niños tinerfeños?
–Los niños en cuanto escuchan una orquesta sinfónica se quedan con la boca abierta y se ponen a aplaudir y hablan porque están motivados y exaltados. El objetivo es inculcar la música a los niños para que la amen desde edades muy tempranas. Quizás la música clásica no es tan accesible como otro tipo de música, pero cuando van a un Auditorio la cosa cambia, oír la música en directo, ver a los músicos tocar y ver a cantantes profesionales es muy divertido. Encima ellos cantan, así que es una experiencia que gusta mucho.
–¿Cómo era usted a su edad? ¿Ya sabía que quería ser director de orquesta?
–Bueno, yo soy percusionista y hace unos cuatro años decidí ver cómo podía ser la dirección, un arte para conocer desde más arriba ciertas obras. Ser percusionista ayuda porque el tempo es muy importante, pero ser director es unificar el pensamiento de muchos músicos. Es el poder mandar, guiar un proyecto musical y esa responsabilidad es algo que siempre me atrajo desde pequeñito. Cuando tenía cinco años mi madre me regaló una batuta por Reyes y fui súper feliz, fue algo premonitorio.
–¿Por qué decidió dejar la percusión por la dirección orquestal?
–Hay un momento que si quieres tener cierta vida y quieres hacer las cosas bien tienes que decidir un camino. No todo el mundo es Baremboim y tiene la capacidad de poder aunar con la misma intensidad dos disciplinas, ser intérprete de piano y director de orquesta. Yo empecé a investigar con la dirección y seguía trabajando en la percusión, pero hay un momento en el que tienes que tomar una decisión, que no deja de ser muy dura. Hay algo que te hace decidir y es lo que he querido hacer siempre.
–¿Con qué orquesta levantó la batuta por primera vez?
–He dirigido a orquestas jóvenes en algún curso, pero hace poco dirigí a la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid y ha sido una de las experiencias más maravillosas porque crecí en esa orquesta. El poder dirigir una orquesta en la que has tocado es algo muy emocionante. Pero mi debut profesional fue hace un par de años con la Orquesta de la Comunidad de Madrid y es una sensación muy diferente, el compromiso, los nervios…
–¿Qué cualidades debe tener un buen director de orquesta?
–El abanico de un director de orquesta es mucho más amplio de lo que yo creía al principio. Tiene que tener muchos perfiles, debe saber unificar muchos criterios en uno, pero la decisión y la responsabilidad la tiene el director. Los estilos viven de las corrientes y de su momento histórico, no es lo mismo si diriges música de Mendelssohn que cuando diriges música de la posguerra de todos esos nacionalismos duros, no tiene nada que ver y esto un director de orquesta tiene que saberlo. No es solo un trabajo musical sino que va mucho más allá de la música. Recuerdo que Mutti dijo al recoger un premio, que a su edad no había recorrido más que la mitad del camino. Entonces si un maestro grande dice eso imagínate una persona que está empezando, la sensación de abismo que nace cuando estás delante de una partitura o de una orquesta. A pesar de que seas una persona joven tienes que saber qué decir a una orquesta, como trabajar, y tienes que ser coherente, ya que el respeto se gana con el trabajo y la responsabilidad.
–¿Es difícil imponer esos criterios siendo tan joven?
–Obviamente es difícil decir algo interesante a gente que ha tocado diez veces más que tú la sinfonía que vas a dirigir. Pero, si eres responsable con tu trabajo, eres educado y sabes dónde te metes, el respeto lo tienes. Cuando de verdad haces música, el músico lo entiende y hace música contigo.
–¿Su meta es llegar a ser titular de una orquesta o aún no se lo plantea?
–Es una meta que me encantaría, sé que hay grandísimos directores que nunca han tenido esa meta en la cabeza para no tener compromiso de una dirección musical. Pero es mi meta, porque ser un director titular significa crear un proyecto artístico, un sonido, un programa, unos vínculos con los artistas. Es algo muy interesante. Pero hay una cosa que todo músico tiene que tener y es humildad, que es lo que te lleva al éxito y también una de las razones por la que muchos artistas se estrellan. Todo tiene su momento y yo hace cuatro años que cogí por primera vez una batuta y me parece un poco pronto, tal vez no para una orquesta joven, pero una profesional, como puede ser la de Tenerife, es algo que requiere una madurez y experiencia musical. Tengo experiencia como músico, pero una titularidad son palabras mayores.
–¿Le gustaría convertirse en el director titular de la OST?
–La OST es una de las mejores orquestas españolas y uno puede soñar todo lo que quiera. Te digo que sí, pero como dicen en Gladiator «todavía no». Hay directores españoles jóvenes que están triunfando fuera, como Juanjo Mena o Pablo González. Son gente de una generación anterior a la mía, y creo que cualquier persona con experiencia que pueda dirigir una orquesta estaría encantado de dirigir la Sinfónica de Tenerife, sumado a la Isla y el Auditorio.
Fuente: La opinión de Tenerife